
Siempre he sido un gran escéptico de las estadísticas, creo que la estadística adolece de la homogenización de resultados -sean estos positivos o negativos- y tiende a la parcialidad viciosa. Al igual que la encuesta – la más viciosa de todas-, la estadística vale “para quien la paga” y cuando se hace desde un sector neutral tampoco podrá reflejar nunca la realidad, está sujeta a error –a veces mucho mayor al declarado-. Si bien peco de iluso al despotricar tan fervientemente en contra de una de las ramas más importantes de la Matemática es innegable que no pocas veces se equivoca y que el desenlace de acontecimientos depende de demasiados factores –sobre todo externos-, como para asegurar con certeza absoluta un resultado. Uno de los casos más recientes y de connotación internacional: la presidencia bicéfala mexicana. Por un lado, Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo, y por otro Felipe Calderón, presidente legal. Manipuladas por Vicente Fox y empresarios sin escrúpulos muchas de las encuestas favorecían viciadamente a Calderón –las encuestas evidentemente pagadas por esbirros conservadores-. La cosa llego hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. En su fallo, este Tribunal reconoció que existieron varias irregularidades en el proceso electoral, como "la indebida intervención" del presidente Vicente Fox y del Consejo Coordinador Empresarial con apoyos velados a Calderón, aunque consideró que ninguna fue determinante para alterar el resultado electoral –tamaña barbaridad-. Pero el amaño estadístico llega a su apogeo con el ya proscrito Fahrenheit 9/11 -y que se lleva “la palma” por su cúmulo de intrigas, falsificaciones, timos estadísticos y manipulaciones televisivas-. Al Gore, Candidato del Partido Demócrata a la presidencia de los Estados Unidos en el año 2000 resultaba perdedor solamente en las encuestas manipuladas por el elenco de Bush, incluso varias cadenas de televisión llegaron a transmitir falsos datos el mismo día de las elecciones. En España también hemos tenidos algún affaire que vale la pena destacar, nos referimos al caso COPE con el programa de Abellán en el año 2006. El diario ABC publicaba en marzo de ese año que el presidente ejecutivo del Estudio General de Medios (EGM), Carlos Lozano, aseguraba que los entrevistadores infiltrados por la COPE inflaron los resultados de un estudio para favorecer el programa de José Antonio Abellán. Además, Carlos Lozano invitaba a la cadena a abandonar voluntariamente el estudio antes de que se decidiera su expulsión forzosa. Pero las peores manipulaciones son aquellas que se dan por buenas, esas mismas que no se pueden probar como falsas, para ejemplo las cifras positivas de la DGT, organismo en extremo mentiroso. Sobre todo con el impío Pere Navarro al mando. Un organismo que manipula a su antojo las cifras favorables del carné por puntos y que no ha escatimado en falsedades para coartar y acribillar cada vez más a los conductores españoles.
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